Comentario previo:
El colirrábano es una verdura poco usual, aunque en esta época del año es fácil encontrarla en los mercados de Murcia. Se la conoce por diversos nombres como colinabo o nabicol (este último es el que suelo oír más en los ambientes de mi ciudad). El mismo desconocimiento que hay sobre el producto se puede trasladar a su forma de elaboración culinaria. La que he practicado con más frecuencia es la de usarla en crudo, cortada muy fina como parte de una ensalada (como en este carpaccio de remolacha y nabicol). Se le puede dar una función en la ensalada similar a la del pepino, por su textura crujiente y su fresco sabor.
Pero esta semana, en la cesta de frutas y verduras ecológicas que me hace llegar Freshvana, he recibido una ejemplar de colirrábano con sus hojas y todo. El reto estaba servido y no desprecié afrontarlo: había que cocinar de una manera distinta esta verdura.
Durante el fin de semana he estado muy ocupado (con celebraciones y fuera de casa), por lo que las hojas terminaron quedando inservibles. No tengo muy claro como será su resultado final, pero he leído que se pueden cocer como si se tratara de una col. En otra ocasión será.
Me quedé finalmente con la parte de bulbosa de la planta, con un peso de unos 300 g. Tras las búsquedas y averiguaciones, me decanté por hacer una receta de inspiración propia, basada en el gratén de patata o duaphinois, pero con el colorrábano en el lugar de la patata y haciendo unas ligeras adaptaciones.
El resultado, un gratinado muy similar al que se hace con patata, pero con un sabor más suave y un pelín picante. Una buena manera de sacar partido a esta poco estimado verdura.
Pero esta semana, en la cesta de frutas y verduras ecológicas que me hace llegar Freshvana, he recibido una ejemplar de colirrábano con sus hojas y todo. El reto estaba servido y no desprecié afrontarlo: había que cocinar de una manera distinta esta verdura.
Durante el fin de semana he estado muy ocupado (con celebraciones y fuera de casa), por lo que las hojas terminaron quedando inservibles. No tengo muy claro como será su resultado final, pero he leído que se pueden cocer como si se tratara de una col. En otra ocasión será.
Me quedé finalmente con la parte de bulbosa de la planta, con un peso de unos 300 g. Tras las búsquedas y averiguaciones, me decanté por hacer una receta de inspiración propia, basada en el gratén de patata o duaphinois, pero con el colorrábano en el lugar de la patata y haciendo unas ligeras adaptaciones.
El resultado, un gratinado muy similar al que se hace con patata, pero con un sabor más suave y un pelín picante. Una buena manera de sacar partido a esta poco estimado verdura.
Ingredientes (para 2 raciones):
- 300 g. de colirrábano ecológico de Freshvana.
- 1 diente de ajo.
- 100 ml. de nata (30% MG).
- 150 g. de queso emmental rallado.
- Pimienta negra molida.
- Nuez moscada recién rallada.
- Sal marina.
- AOVE (aceite de oliva virgen extra) para engrasar la bandeja.
Pasos:
- Pelar el colirábano, eliminando bien la parte dura del arranque de la raíz.
- Cortar el colirábano en rodajas finas de un par de milímetros (me ayudé con una mandolina).
- Cocer las rodajas de colirrábano en agua salada durante 4 minutos. Tiene que quedar com una textura dura todavía. Escurrir.
- Engrasar con AOVE el fondo de una bandeja. Poner sobre ella una capa de rodajas de colirrábano y sobre ella poner un poco de nata, queso rallado, ajo picado, pimienta, nuez moscada y toque de sal. Repetir la operación tantas veces como sea necesario para crear, al menos, tres capas.
- Finalizar con una capa abundante de emmental rallado, para que se cree la costra del gratén.
- Llevar al horno caliente a 200º y hornear, con calor arriba y abajo, durante unos 45 minutos, para que quede jugoso, pero no caldoso, y con una costra de emmental bien tostado en la parte superior.
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