Comentario previo:
Los taralli son algo así como entre una rosquilla y un mini-baguel. Se trata de una preparación muy tipica en todo el sur de Italia, principalmente en la Apulia (el tacón de la bota). Se trata de una masa de harina de trigo, sencilla, con una baja hidratación (60%) y sin agua. La parte líquida la aportan el vino blanco (2/3 partes) y el AOVE (aceite de oliva virgen extra) (1/3 parte). Otra peculiaridad es que se le suele dar sabor con diferentes hierbas o especias. La variante más conocida es la que lleva peperoncino, o sea guindilla picante (yo he usado cayena molida).
Lo de rosquilla queda claro por la propia forma de los taralli. Y lo de mini-baguel es porque la masa se cuece unos segundos antes de pasar al horno. Con ello se consigue que quede bien crujiente por fuera, mientras el interior estará ligeramente tierno. Destaca, evidentemente, el sabor que le aporta el vino blanco y el AOVE, con el toque que pongamos en la hierba o especia que le añadamos.
Como buen plato tradicional, tiene muchas variantes, incluso en dulce. Pero la base se sustenta en cuatro elementos: harina de trigo, vino blanco, AOVE y sal. Después queda la imaginación para hacer con ellos diferentes preparaciones.
Debo reconocer que ha sido la entrada de El Comidista del lunes pasado quien me ha provocado para realizar la receta. Pero yo tenía archivado un vídeo de la receta de Sonia Peronaci en mi carpeta de pendientes. Como suele ocurrir, yo he hecho mi propia interpretación, con un resultado muy satisfactorio, por lo que os recomiendo este snack que hará las delicias de cualquier aperitivo.
Lo de rosquilla queda claro por la propia forma de los taralli. Y lo de mini-baguel es porque la masa se cuece unos segundos antes de pasar al horno. Con ello se consigue que quede bien crujiente por fuera, mientras el interior estará ligeramente tierno. Destaca, evidentemente, el sabor que le aporta el vino blanco y el AOVE, con el toque que pongamos en la hierba o especia que le añadamos.
Como buen plato tradicional, tiene muchas variantes, incluso en dulce. Pero la base se sustenta en cuatro elementos: harina de trigo, vino blanco, AOVE y sal. Después queda la imaginación para hacer con ellos diferentes preparaciones.
Debo reconocer que ha sido la entrada de El Comidista del lunes pasado quien me ha provocado para realizar la receta. Pero yo tenía archivado un vídeo de la receta de Sonia Peronaci en mi carpeta de pendientes. Como suele ocurrir, yo he hecho mi propia interpretación, con un resultado muy satisfactorio, por lo que os recomiendo este snack que hará las delicias de cualquier aperitivo.
Ingredientes:
- 250 g. de harina de fuerza.
- 100 g. de vino blanco (usé un monastrell).
- 50 g. de AOVE (aceite de oliva virgen extra).
- 3,8 g. de sal marina.
- 2 g. de cayena molida.
Pasos:
- Poner en un cuenco todos los ingredientes y mezclar bien hasta formar una masa homogénea.
- Amasar durante 5 minutos hasta obtener una masa seca y grasienta.
- Bolear y dejar reposar una media hora para que la masa se relaje (no lleva levadura y, por lo tanto, no tiene que fermentar y aumentar de tamaño).
- Cortar trozos de masa de unos 10 gramos. Estirar la masa de cada trozo hasta hacer un bastoncillo de unos 8 centímetros. Con el bastoncillo de masa hacer un anillo, juntando las puntas.
- Poner agua a hervir. En tandas de unos 10 anillos, ir cociéndolos en el agua hirviendo (por sin que borbotee).
- Cuando los anillos de masa suban a la superficie (tarda menos de 1 minuto), retirarlos.
- Dejar que reposen los anillos sobre un paño seco y limpio para que pierdan el exceso de agua.
- Colocar los anillos de masa cocidos sobre una bandeja de horno. Llevar al horno caliente a 200º, calor arriba y abajo, durante 30 minutos o hasta que estén doraditos los taralli. Dejar enfriar unos minutos y ya se pueden servir. Se conservan bien durante varios días (si es que no se los comen antes).
Código QR:
Llévate esta receta a tu móvil.